Por mucho tiempo se creía que comer cada tres horas era el secreto para una alimentación saludable y balanceada. Las personas se obligaban a comer en este régimen aunque no sintieran hambre. Ahora, con el “boom” del ayuno intermitente, la idea es precisamente lo contrario: pasar varias horas sin comer. En este escenario, se instala una confusión en la cabeza de las personas: total, ¿puedo comer o no?

Esta dieta ha generado polémica entre los profesionales de la salud ya que, se ha vuelto una tendencia entre los famosos, blogueros e influencers. Por supuesto, esta popularidad está asociada con la promesa de una pérdida de peso acelerada y sin lugar a dudas llama la atención de las personas.

 ¿Qué es el ayuno intermitente?

 Como su propio nombre lo dice, se trata de una privación total de comida durante un determinado periodo de tiempo, que puede variar entre 12 y hasta 23 horas. Incluso se puede aplicar el ayuno a cierto día de la semana.

Hasta hoy, la mayoría de estudios usando este esquema de alimentación fueron aplicados en roedores. Estos ensayos de laboratorio muestran algunos beneficios para la salud, sin embargo, no he visto ninguna evidencia respecto a un adelgazamiento sustentable. Mientras tanto, puedo afirmar que: aplicar el ayuno intermitente con el propósito de adelgazar me parece irresponsable.

Los pocos estudios que se han hecho en humanos, fueron desarrollados en ambientes altamente controlados, por lo tanto, no es replicable en nuestra vida cotidiana.

Cada cuerpo tiene su propio metabolismo, lo que significa que respondemos de formas diferentes a las restricciones alimentares. Por eso no se puede decir, sin estudios más completos, que el ayuno intermitente es la nueva solución para el sobrepeso.

¡Vamos a explorar un poco más este régimen que ya es tendencia!

El secreto no es hacer dieta, es procurar comer mejor. Conoce aquí el curso online Efecto Sophie que he desarrollado para ayudarte a hacer las paces con la comida y con tu cuerpo.

Ventajas vs desventajas

La mayoría de estudios hechos con roedores relacionan el ayuno intermitente a beneficios como la reducción del riesgo a padecer enfermedades cardiovasculares, mejora en el control de la diabetes, regula niveles de colesterol, reduce la actividad de enfermedades autoinmunes e inflamatorias crónicas.

Insisto: estos resultados provienen de pruebas hechas a roedores o a grupos de seres humanos en condiciones clínicamente controlados. Los roedores son mantenidos dentro de jaulas y, ¡sin acceso a comida!

Esta situación es opuesta a la realidad de nuestro día a día, donde tenemos una amplia variedad de alimentos disponibles. Somos personas que asisten a reuniones de trabajo que tienen su respectivo Coffee-break abundante, vamos a eventos sociales donde la comida es parte de la escenografía y comer es una forma de compartir con los demás. Hoy en día, encontramos comida en los puestos de gasolina y al costado de las librerías, en fin, en cada esquina.

Además, cabe resaltar que privarnos de comer por largos periodos interfiere con nuestro rendimiento físico y mental, reduce nuestra capacidad de concentración y niveles de atención. Somos humanos, necesitamos energía para funcionar.

Estar en ayunas nos pone en riego de cometer errores en el trabajo, imprudencias al volante, etc. ¿Será que vale la pena exponerse a estos peligros con el objetivo de adelgazar? ¿Incluso sabiendo que la ciencia no respalda que realmente funcione con ese propósito?

Y por si lo anterior no es bastante, consideremos que pasar hambre nos deja irritables y malhumorados. Más propensos a decir cosas sin pensar, a iniciar peleas y discusiones. Y justamente a este punto quería llegar: a la esfera conductual que está detrás de las dietas restrictivas como el ayuno intermitente.

 La restricción vive al lado de la compulsión

Así como toda dieta restrictiva, el ayuno intermitente puede aumentar nuestro deseo por comer. Eso puede traer una preocupación excesiva respecto a los alimentos, hacernos perder el control y aumentar el riego de desarrollar trastornos alimentares.

Gran parte de las personas que hacen dietas pueden tener episodios de comer exagerado o incluso compulsiones. Esto sucede porque la raíz de una compulsión siempre es un periodo largo de restricción.

Durante un régimen de alimentación muy rígido, el cuerpo se siente agredido e intenta buscar en nuestras reservas los nutrientes que están faltando para poder sobrevivir. Desde luego, la persona adelgaza pero en el camino pierde músculo y grasa. ¡Esta no es una forma saludable de adelgazar!

Resumiendo, tu cuerpo percibe una dieta como el ayuno intermitente como un periodo de inanición. Por eso estos regímenes de alimentación no son sustentables: como ya lo han demostrado varios estudios, personas que hacen dietas radicales acaban rindiéndose, cambiando su relación con la comida y quedándose aún más propensos a engordar y vivir bajo un efecto de sube-y-baja (sube de peso, baja de peso, vuelve a bajar, vuelve a subir).

He estudiado los trastornos alimentares desde hace años y no recomiendo este tipo de dietas. Como todo lo que se refiere a nutrición, no existe un consejo que sirva para todo mundo. Desconfía de la “pseudociencia” que muchos divulgan en las redes.

Respeta tu cuerpo, identifica lo que necesitas y te hace bien, come con placer. El único ayuno que te recomiendo hacer es sólo de aquellas información de dudosa procedencia respecto a las dietas de moda.

¿Qué te parece conocer mi curso online Efecto Sophie? En este te enseño cómo transformar tu relación con la comida y a reconectarte con tu cuerpo. Son 6 semanas de video-clases y materiales que te ayudarán a cambiar tus hábitos de alimentación y a recuperar el placer por comer. ¡Descúbrelo aquí!